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viernes, 10 de diciembre de 2010

MIRADA INTERIOR

  El Sol de Chilpancingo 10/12/10
* Minutero electoral
Por: Isaías Alanís
 En este dos mil diez que se extingue, entre hambrunas, revueltas cibernéticas, violencia extrema, pueblos y habitantes desplazados de su lugar de origen a otros territorios, en el norte de México; como en las revoluciones  africanas, en donde miles y miles han sido lanzados a una diáspora inhumana de su comunidad, de su casa con efectos de holocausto, ilustradas por periodistas, fotógrafos y organismos humanitarios del planeta, en México sucede este fenómeno de transterramiento y éxodo forzado; primero por la “guerrita” declarada a los barones de la droga por el presidente, y segundo, por la beligerancia sangrienta entre bandos del corporativo contrario.
El 2010, ha sido considerado el año de la biodiversidad planetaria. Bajo este techo simbólico, se lleva a cabo en Cancún la cumbre del Cambio Climático; escenario de otra guerra, la de los ambientalistas, contra los que amasan la muerte del planeta al parejo de inmensas riquezas. La tierra, nuestra casa, errante ubicado en algún punto de la vía láctea, que a su vez se encuentra rodeada y expuesta a los cambios del universo insondable, pese a los mensajes de la naturaleza, se continúan expoliando sus recursos y con ello, romper la cadena de la vida. Si cuantificamos lo que sucede en el mundo, con lo que pasa en México, dueño de un 10% de la biodiversidad terrestre, y Guerrero, que ocupa el tercer lugar como el estado más rico en este recurso natural, debido al abandono, abulia, complicidad, indolencia, la deforestación criminal ha exterminado la riqueza forestal, plantas, animales y seres de agua dulce en todo Guerrero. Si comparamos el derrumbe de la biodiversidad en México, veríamos que la proporción no es tan anodina si la comparamos por la sufrida en la entidad suriana en los últimos cien años. Para empezar, se acabaron los bosques. Y la vida en algunas de sus manifestaciones;  del mundo microscópico a organismos más avanzados incluyendo al hombre, está a punto del colapso natural.
Pese a señales de alerta: inundaciones, sequías, tormentas, huracanes, mareas rojas y de todo tipo, deshielo de glaciares, muerte de seres vivos, los gobiernos de México, le siguen apostando al holocausto, contaminación, industrialismo facineroso; y en Guerrero, no cantan mal las rancheras. Se arrasa con los pocos bosques que aún quedan. ¿Y las instituciones encargadas de velar por el patrimonio natural de Guerrero, dónde están y qué hacen? Sería bueno que se comenzara a realizar un diagnóstico sobre la situación  de los recursos naturales de la entidad y poner un hasta aquí a tala montes y crear las condiciones para una explotación racional de este recurso no renovable de gran importancia para el futuro de la vida en la tierra y el aprovechamiento sustentable de la biodiversidad.
MINUTERO ELECTORAL
El candidato de la alianza “Guerrero nos Une”, Ángel Aguirre Rivero, en plena controversia sobre este espinoso tema, declara a medios locales, un rotundo NO a la construcción de la presa La Parota. El ejecutivo estatal, a tres meses de dejar su mandato constitucional, dice que SÍ va. En solitario, en la plaza de Taxco, mientras grababa su mensaje navideño, Manuel Añorve, dice que SÍ. Marcos Efrén Parra, afirma que “SIMÓN”, La Parota, va… Los habitantes de los municipios de Acapulco, San Marcos, Juan R. Escudero, Tecoanapa, Chilpancingo y los veinticinco mil campesinos afectados, entre comuneros y ejidatarios de cuatro bienes comunales, diez y seis ejidos y la pequeña propiedad, del comunal Indígena de Cacahuatepec, que abraza a cuarenta y siete pueblos afectados: Garrapatas, Arroyo Verde, San José Cacahuatepec, Pochotlaxco, Las Parotas, Parotillas, Rancho las Marías, El Carrizo, La Concepción, Los Hilamos. Y también: Dos Arroyos, La Palma, Altos del Camarón, Agua de Perro, El Zapote, La Venta, Omitlán y Xolapa, mujeres y hombres de comunidades y rancherías de los terrenos donde se presume se construiría la presa, dicen que “NI MADRES”. Expertos  de diversos consultores nacionales e internacionales, afirman la no factibilidad de la presa, cuya vida sería de 50 años, y acabaría con millones de años de biodiversidad en la región, poniendo en riesgo en caso de sismo, a una franja de construcciones VIP y no tanto del Puerto de Acapulco. Total, que la presa la Parota no va. ¿Qué dice a todo esto el Gobierno federal, la CFE, y los implicados en este gran negocio de las compañías de Elías Ayub, sus hijos, empresarios nacionales y cuates guerrerenses que los acompañan en esta aventura millonaria?
¿Serán capaces de montar otra farsa protegidos por fuerzas estatales y federales, para que una mínima fracción de los afectados digan que sí, producto de cochupos, y chayotes espinosos como este peliaguda comedia paroteña, recientemente montada en la agenda electoral y que lleva años estancada; un tramo del mandato de René Juárez Cisneros y todo el de Zeferino Torreblanca?

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