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viernes, 26 de noviembre de 2010

PUEBLOS INDÍGENAS Y DESARROLLO REGIONAL

PUEBLOS INDÍGENAS Y DESARROLLO REGIONAL
  (Ponencia presentada en el Foro sobre Desarrollo Económico Sustentable para la integración
del Plan de Gobierno “Guerrero nos Une”, en Ciudad Altamirano, Gro., el 18 de Noviembre de 2010).
   Por: Marcelino Díaz de Jesús.
   Coordinadora de los Pueblos Indígenas de Guerrero (CPIG).
   Acudimos a este llamado, con la responsabilidad que implica traer la voz de uno de los sectores de la población históricamente excluidos del desarrollo: los pueblos indígenas. Por esa razón, venimos a verter algunos puntos de vista en esta ponencia que hemos titulado “Pueblos Indígenas y Desarrollo Regional” que presentamos en este Foro de Desarrollo Económico Sustentable, convocado por la Comisión del Programa de Gobierno de la Coalición “Guerrero nos une” que encabeza nuestro candidato Ángel H. Aguirre Rivero (AHAR).
  En el estado de Guerrero habitan 3,115,202 personas, según el II Censo de Población y Vivienda de 2005, de los cuales, aproximadamente 530 mil son indígenas, entre ellos se cuentan a los pueblos nahuas, mixtecos (na savi), amuzgos y tlapanecos (me phaa), distribuidos en 32 Municipios, principalmente, que en total representan un 17% de la población de Guerrero. También viven en Guerrero más de 50,000 afromexicanos, aunque no existen datos suficientes para ubicar su población exacta.
  De los 17 Municipios de la Montaña, 11 de ellos son considerados de Muy Alta Marginación. La pobreza extrema ubica a los municipios de la región de la Montaña y Costa Chica, como una de las más pobres del estado de Guerreo, donde abunda el desempleo, la mortalidad materno-infantil, la desnutrición y el hambre.
  Algunos datos dramáticos que revelan las cifras del INEGI, UNICEF y CONAPO, nos señalan que los mayores rezagos de la pobreza lacerante se asientan en los pueblos indígenas en Guerrero, que nos dicen que:
  En Salud, el 96% de la población indígena no tiene acceso  a la salud, y que ocupamos la más elevada cifra de mortalidad materna, pues en Guerrero, mueren 281 mujeres indígenas por cada 100,000 recién nacidos. Que 89 niños mueren por cada 1000 nacidos vivos, y estos se localizan en las zonas indígenas principalmente.
  En Educación, en Guerrero el analfabetismo es del 22%, y de estos analfabetas, más de la mitad es indígena. Que ocupamos el segundo lugar de analfabetismo en las mujeres con un 23%, que es muy alto comparado con la media a nivel nacional que es de un 9.5%. Que solo Chiapas nos rebasa con un 25.5%, mientras que nosotros ocupamos el segundo lugar, y Oaxaca ocupa el tercer lugar con el 22%. Tan solo por citar algunos datos.
  En Guerrero, las políticas públicas del Gobierno Federal y Estatal han fracasado en su combate frontal a la pobreza extrema. Los 8 indicadores socioeconómicos utilizados para medir la pobreza o el grado de desarrollo alcanzado, son:
  1.- Porcentaje de población de 15 años o más; analfabeta.
2.- Porcentaje de población de 15 años o más; sin primaria completa.
3.- Porcentaje de viviendas particulares, sin agua entubada.
4.- Porcentaje de viviendas particulares, sin servicio sanitario exclusivo.
5.- Porcentaje de viviendas particulares, con piso de tierra.
6.- Porcentaje de viviendas particulares, sin energía eléctrica.
7.- Logaritmo del promedio de ocupantes por cuarto.
8.- Porcentaje de población ocupada con ingresos de hasta dos salarios mínimos.
  En todos ellos, los resultados son negativos para los pueblos indígenas.
  En México, ante una realidad inocultable de pobreza extrema que padecen los pueblos indígenas, llevó a los gobernantes, primero a negar su existencia, y después a aplicar políticas de corte indigenista o más bien, paternalista, con las que pretendió integrarlos al supuesto desarrollo nacional. Para ello, creó el Instituto Nacional Indigenista (INI), que luego transformó en una Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), donde una gran maraña de burocracia y de reglas de operación rígidas y tramposas, han hecho fracasar dichos propósitos.
  En Guerrero la Secretaría de Asuntos Indígenas (SAI), con sus 13 millones de pesos de presupuesto anual, no ha servido más que para el pago puntual de una burocracia que simula atender a los pueblos indígenas, aunque solo ofrece, en el mejor de los casos, algunos paliativos, ya que carece de una propuesta real de atención a los pueblos indígenas y sus necesidades; carece de una visión de reestructuración y reordenamiento para una verdadera planeación estratégica del desarrollo para los pueblos indígenas.
  Ante tantos programas de combate a la pobreza extrema, cabe preguntarse, ¿en dónde está la falla o en qué falló ese buen deseo de los gobernantes en turno? Será que los programas no se aplican correctamente. Será que no se involucra adecuadamente a los beneficiarios del desarrollo? No hay gerencia de proyectos en el Gobierno? Hacen  falta los módulos técnicos que elaboren, gestionen, acompañen y bajen los recursos de los proyectos productivos de toda índole de las instituciones públicas? Hace falta rescatar el viejo programa del extencionismo rural. Es necesario combatir realmente los vicios y la corrupción de los servidores públicos encargados de aplicar los programas de gobierno. Se deben eficientar y flexibilizar las reglas de operación de los programas y aterrizarlos realmente en campo evitando la simulación.
  Se necesita financiar proyectos productivos que sus recursos no sean destinados al consumo, sino a la infraestructura  productiva, y cuidar que esos recursos en verdad se apliquen. Los programas de Gobierno en su mayoría han fracasado. Entre los más visibles por su nulo impacto esta: Guerrero sin Hambre, que no ha logrado su objetivo, a pesar de la espectacularidad de su nombre.
  Todos los programas para atender a la población indígena han fracasado. Hasta ahora la gente ha salido adelante por sí sola, más que por los programas que se impulsen desde el Gobierno.
  Los pueblos indígenas desde hace tiempo vienen planteando su propia visión sobre desarrollo: el Autodesarrollo o Desarrollo con identidad. Una propuesta que respete básicamente sus visiones de ver y entender el mundo, su mundo. Un modo distinto de hacer las cosas, a su modo, con sus propios tiempos, objetivos y metas.
  Hasta ahora los planes han sido impuestos desde arriba, desde la concepción de una mente que se cree súper sabia, que todo lo resuelve a priori con su visión privilegiada de futuro, apoyada en porcentajes estadísticos de la miseria que dice combatir, que diseña planes de desarrollo y políticas públicas para los pueblos indígenas desde arriba, desde atrás de un escritorio burocrático gubernamental, sin la participación de ellos, sin la opinión de los pueblos indígenas, lo cual, ha conducido una y otra vez, al rotundo fracaso.
  Los planes de desarrollo regional, integrados en uno de carácter estatal, deben de ser construidos desde abajo, en consulta con la población, quienes deben de decir cuáles son sus necesidades y prioridades, objetivos y metas a alcanzar. Es la hora de invertir el modelo de planeación vertical e impositiva, de arriba hacia abajo. Es la hora de que la planeación del desarrollo regional vaya de abajo hacia arriba. Ya basta de que las gallinas de arriba se caguen en las de abajo. O toditos en el suelo, o toditos en la cama.
  Se debe respetar el derecho consulta con consentimiento libre, previo e informado a la población indígena para saber qué tipo de desarrollo quieren. De ninguna manera se deben de imponer modelos de desarrollo que sean rechazadas por los directamente beneficiarios, tal es el caso de la Presa La Parota, donde la población está de acuerdo en que la región necesita desarrollo, pero ese desarrollo no debe fincarse en contra de los que dice beneficiar dicho proyecto. Esto mismo ocurrió en el Alto Balsas, hace 20 años atrás con la Presa Hidroeléctrica San Juan Tetelcingo.
  En el contexto del esfuerzo para elaborar la nueva “Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Guerrero”,se debe dar prioridad a los sectores sociales históricamente excluidos de la Constitución: los pueblos indígenas y los pueblos afromexicanos. Tanto el Poder Legislativo como el Ejecutivo, no deben postergar el reconocimiento de nuestros derechos constitucionales. Cuando sea necesario, pondremos a disposición nuestra experiencia, porque ninguna ley debe ser promovida sin la participación de los sectores afectados directamente.
Es loable la propuesta de AHAR, al pretender lanzar una “cruzada para acabar con el analfabetismo”. En este aspecto, demandamos se impulse el “Programa Cero Analfabetismo” en las regiones indígenas de Guerrero. El mayor rezago se encuentra en las comunidades indígenas y la mujer es la que más ha sufrido este lastre social. Superemos esta situación que ha sido descuidada tanto por los gobiernos priístas como por el actual mandatario. Michoacán desterró el analfabetismo con el apoyo solidario de Cuba. Es seguro que este pueblo estará listo para ayudarnos a levantar las banderas blancas del“Cero Analfabetismo” en Guerrero.
Debemos desterrar el analfabetismo y fortalecer la “Educación Intercultural Bilingüe”. Es inadmisible que haya maestros indígenas sin trabajo y aulas escolares sin profesores. Demandamos el apoyo para las dos “Universidades Interculturales” que existen en Guerrero, y la creación de la Subsecretaria Indígena en el sector educativo.
Varias de nuestras comunidades carecen de los servicios elementales. Exhortamos al nuevo gobierno que impulse el “Programa Estatal de Infraestructura Básica Comunitaria”; para dar respuesta a la demanda en carreteras, puentes, casas de salud, hospitales comunitarios, electrificación, sistemas de agua, etcétera. Queremos un compromiso para que nuestros pueblos tengan carreteras dignas, suficiente electrificación, derecho a la salud y agua para las comunidades. La pésima calidad del trabajo de las empresas constructoras y las lluvias torrenciales, obliga prevenir recursos para la reconstrucción de ejes carreteros que se deterioran año con año. 
El “Programa Guerrero sin Hambre” no ha logrado combatir el hambre en los pueblos indígenas. Es tiempo de apoyar la iniciativa de los pueblos en sus procesos productivos. Urge fortalecer la producción de maíz y otras alternativas de subsistencia. Los “Fondos Regionales Indígenas” han acumulado experiencia y requieren apoyo del gobierno federal y estatal. Será un verdadero acontecimiento lanzar el “Programa Cero Hambre” en las regiones indígenas de Guerrero. El gobierno que conquiste esta meta, dejará huella imperecedera más allá del debate ideológico.
Es necesario impulsar un Programa Integral de Atención a los Pueblos Indígenas, que incluya un Programa para Discapacitados y de Combate a las Causas de la Mendicidad, un Programa de Vivienda Digna, un Programa de Apoyo a la Producción y Comercialización de las Artesanías, un Programa de Cuidado al Medio Ambiente y Rescate de la Madre Tierra con Fertilizantes Orgánicos para el Fomento a la Producción y Comercialiacion Agropecuaria.
Considerando que se optará no sólo por el fortalecimiento institucional de la SAI, sino de otras instancias con incidencia en las regiones indígenas del Estado, instamos al nuevo gobierno que estamos seguros que encabezará Ángel H. Aguirre Rivero, dar prioridad a  líderes y profesionistas indígenas con probada honestidad y experiencia en la administración pública, para su inclusión al más alto nivel en la estructura del mando institucional.
  Más allá de los ofrecimientos que los candidatos en turno prometen en campaña, la gente de nuestros pueblos, nuestra gente, sólo quiere vivir bien. Y el vivir bien, pasa por tener cubiertos los satisfactores más indispensables y necesarios: alimento, salud, casa, vestido, educación y trabajo, por lo tanto, creemos al igual que Don José María Morelos y Pavón, que el objetivo de la buena ley, como lo dejó estampada en la Constitución de Apatzingan de 1814, es moderar la opulencia y reducir la indigencia, buscando como fin último el ser felices.
 

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