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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Enano majadero

Enano majadero.
Rommel Ros Lezama

Una es ser una persona de estatura pequeña; otra, tener “enanismo mental”. Una es ser un candidato “entrón” y, otra muy distante es ser majadero bajo la imbécil creencia que el hablar de manera tan coloquial y vulgar frente a la “clientela” pobretona e ignorante, es “voz popular”.


Conocí al que gracias a los “buenos oficios” de una izquierda boba y verdulera convirtieron en el paradigma del cacicazgo en Guerrero, al ingeniero Rubén Figueroa y Figueroa; en público, frente a las masas de los tradicionales acarreos priistas de la época, nunca le escuché un solo exabrupto; en “corto” los sabía decir, Figueroa era pícaro, tenía la “gracia y el salero” para sus “chingaderas” pero, educado en la ortodoxia priista, pulió el discurso y cuidó la forma, que es fondo.
El otro día en Acapulco escuchaba a Manuel Añorve con su ramplón discurso, entre grotesco y retador de fantasmas y, enfadado que no “espantado por mojigato” reflexioné con un ¡caray!, que me salió de mi alma costachiquense: ¿de ganar, así nos gobernará?, ¿a pura mentada? ¿Con bravatas de que no es dejado, de que es chaparrito cabrón?
¿A quién piensa que va a gobernar? ¿Acaso a una turba de malnacidos, vulgares, ganapanes que solo a mentadas y chiflidos cual si fueran mulas entienden y les gusta ser tratados? ¿Qué, no los guerrerenses somos un pueblo digno, integrado por gente buena que gusta de las buenas maneras en el trato?
Cual si fuera un video, la respuesta de Añorve me resonó en la cabeza “¡eso es márquetin político! Así lo dictan las normas sociológicas, el 10 obtenido en el aula académica ¡no puede estar equivocado!
Otro día y, tratando de seguir por cuenta y riesgo a ambos candidatos más “vistos”, alcancé a Aguirre en la montaña y, si bien el discurso “aguirriano” no es pendenciero en forma, tampoco lo es propositivo en fondo; es más bien, el clásico de sonsonete priista en casa de gritones, pendencieros y reyes del adjetivismo político como gusta el perfil perredista.
El ánimo no me alcanzó para soportar escuchar a Marcos Efrén Parra Gómez, sí, el del PAN; pero en este caso de la mismo escucharlo o no, baste con seguir por radio, televisión o impresos el tono del discurso del PAN, de Calderón o de Navita para entender, que en éste -Parra- no hay ni bravata ni parsimonia, apenas un inaudible e ininteligible balbuceo justificador.

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