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domingo, 21 de noviembre de 2010

¡HONREMOS EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN!

¡HONREMOS EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN!

Por: Raúl Deloya Salgado

Este 20 de noviembre, se han cumplido cien años del inicio del movimiento armado que se rebeló contra el orden establecido de la vetusta dictadura del porfiriato. Al grito de ‘sufragio efectivo, no reelección’, se vino la bola; y bajo una intensa lluvia de balas de máuser, 30-30, cañonazos y metralla, ondeaban en todo lo alto los estandartes que pregonaban los postulados del “Plan de San Luis”: democracia y libertad, lo que al final obligó al viejo dictador a marcharse al exilio. Sube León de la Barra, hay un Gobierno porfirista sin Porfirio. Madero, Presidente; Huerta orquesta la “Decena Trágica”; Madero, el apóstol que sólo quería la democracia, cayó; sube el “usurpador”.
La revolución de 1910, ha sido un complejo proceso que se fue deslizando por grandes ríos de sangre, por donde fluyeron los “dorados” bárbaros del norte, que convergieron con los nobles calzonudos del sur, quienes, con su “Plan de Ayala” lanzaban el grito de tierra y libertad. ¡Qué momento histórico aquél cuando mis generales Villa y Zapata se tomaban la foto en la silla presidencial! Pero, craso error al dividirse: el Atila del sur cayó abatido en su “as de oros” por balas traicioneras en la hacienda de Chinameca y el Centauro del norte lo fue en Parral, con lo que ciertamente, la revolución mexicana, truncada quedó.
“La fiesta de las balas” se estima que costó un millón de vidas de mexicanos, que ofrendaron su sangre para que poco a poco fructificara el proyecto carrancista y su Constitución de 1917. Constitución que en su contexto histórico fue considerada como la más avanzada mundialmente, ya que fue la primera que reconocía los derechos sociales, en sus artículos 3, 27 y 123. Sí, la constitución original, con su rectoría de estado le dio al país progreso y desarrollo; cómo no añorar aquellos tiempos cardenistas, cuando se le dio un gran impulso a la educación y los maestros eran misioneros devotos de su deber, al llevar la luz del conocimiento; cómo no anhelar aquel gran “milagro mexicano”.
Sin embargo, hay que reconocerlo, el régimen político emanado del triunfo de la revolución, no logró llevar a la práctica aquellos dos viejos ideales por los que ésta inició: democracia y libertad verdadera, debido, en gran parte, a que el grueso de la sociedad está falta de cultura. Qué pena que para la gran mayoría de los mexicanos la Carta Magna sea letra muerta, que no la conozca, que no se tenga la capacidad de ejercer y defender sus derechos. Cuánta razón sigue teniendo Martí: “Ser cultos para ser libres”.
Con el transcurso del tiempo, los herederos de la revolución degeneraron en lo que Mario Vargas Llosa acertadamente llamó “la dictadura perfecta”, realizando para ello, cientos de enmiendas a la propia Constitución. Qué larga y tortuosa ha sido la lucha para miles de mexicanos por cambiar todo eso; para la combativa izquierda que ha tenido que poner infinidad de mártires, así como también para miles de miembros de la sociedad civil. Sin embargo, por fin hemos visto cristalizados nuestros sueños. En el año 2000, la democracia llegó.
En el 2005, la democracia emergió en Guerrero; pero, esta democracia que por décadas tan sólo fue una consigna, un concepto abstracto, de la noche a la mañana, nos exige, además de ser una forma de organizar el Gobierno, ser realmente una forma de vida entre gobernantes y gobernados. Sí, nuestro régimen democrático requiere para crecer fuerte y comenzar a dar sus frutos, dejar atrás esas políticas paternalistas y populistas, que son veneno puro para su desarrollo; exige, tanto de los partidos políticos, organizaciones sociales y ciudadanos en general, actitudes y políticas responsables.
Sí, nuestra frágil democracia exige que todo mundo cambiemos la actual ecuación ya desfasada de reclamar y reclamar sólo derechos, que cumplamos con nuestras obligaciones antes de exigirlos; que nos inculquemos la cultura del mayor esfuerzo. Ordena que cambiemos ya nuestro actual marco constitucional, por otro que esté más acorde con el nuevo contexto nacional e internacional, donde se le de a los ciudadanos más libertad y mejores instrumentos de participación política.
Así pues, los mexicanos ya hemos celebrado el centenario de la revolución mexicana, recordando con un hermoso desfile a todos esos grandes hombres y valientes mujeres que dieron sus vidas porque nosotros tuviéramos un mejor presente. Qué bueno que por parte de los gobiernos se realicen todo tipo de eventos; sin embargo, me pregunto, ¿cuál es la mejor forma de honrarlos por parte de nosotros los ciudadanos?; porque ya también en septiembre celebramos el bicentenario de nuestra Independencia y como que no es suficiente con ello.
Creo que la mejor forma de honrar a todos aquellos héroes que nos dieron patria y libertad y a todos aquellos revolucionarios, es forjarnos el firme compromiso de conocer nuestra propia historia; sí, que cada ciudadano por voluntad propia conozca nuestro gran legado histórico, desde la grandeza de nuestras culturas prehispánicas. Porque creo que esa es la mejor forma de amar a México, y es que, en verdad, nadie pueda querer lo que no conoce. Sí, nuestra historia es tan hermosa, pero, qué lástima que mejor los extranjeros se interesen por ella.
Habrá, pues, que preguntarnos los guerrerenses qué tanto conocemos de nuestra propia historia, ¿conocemos todos la historia de Don Vicente Guerrero, de Ignacio Manuel Altamirano, de los hermanos Bravo, de Juan N. Álvarez? ¿Conocemos realmente cómo se desarrolló la revolución aquí en nuestra entidad? Me pregunto, ¿los jóvenes inmersos en los adelantos tecnológicos, como el Internet, que tienen acceso a cualquier tipo de información, conocen lo que sucedió, para que todos gozáramos del derecho que establece el Artículo 3° Constitucional?
Así, pues, a cien años de nuestra grandiosa revolución, es claro, que hoy vivimos este siglo XXI dentro de un nuevo contexto nacional como internacional, que nos plantea nuevos retos: realizar una nueva revolución; pero ya no armada sino cultural. No, los guerrerenses no podemos seguir comportándonos como si todavía viviéramos en el viejo régimen; nuestro deber es formarnos nosotros mismos como verdaderos ciudadanos responsables, que asumamos que no sólo el Gobierno tiene la obligación de sacar al estado adelante.
Si realmente queremos salir adelante no podemos permitir la regresión del PRI, no podemos permitir que retornen para manejar a su antojo el poder aquellos que prácticamente por décadas han usufructuado los logros de la revolución; porque eso significaría dejar morir a la democracia, dejar que se extinga la libertad y con ello, truncar un mejor futuro para las nuevas generaciones.
La contienda por tanto, sigue en pie, y en verdad que en Guerrero ésta es la madre de todas las batallas por salvar a democracia; y la única forma viable de hacerlo es yendo este 30 de enero de 2011, a votar todos por el candidato de la coalición “Guerrero nos Une”: Ángel Aguirre Rivero, el verdadero candidato del pueblo, pues Manuel Añorve sólo representa los intereses de quienes tanto han saqueado a nuestro bello estado.
¡Vamos todos por la consolidación de nuestra democracia! ¡Vamos todos por un mejor futuro para Guerrero! ¡Por Guerrero, vamos todos!

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