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miércoles, 19 de enero de 2011

El vandalismo en el juego electoral

El Sur 19/01/11

Pudo suceder que ante la noticia hecha pública de que Ángel Aguirre aventaja claramente en las preferencias electorales a su primo, paisano, ex compañero y contrincante, Manuel Añorve, en muchos priístas se hubiera despertado la idea de que todo estaba perdido en sus viejas aspiraciones de volver al poder, y que ante el riesgo de ver descarrilada su campaña, decidieran actuar, contraviniendo la ley, retirando y destruyendo la propaganda de su contrario para repononerla con la suya, en una avenida importante de la capital del estado, que a sus ojos resulta estratégica para que la vean los miles de electores que cada día circulan por ella.
Pudo suceder también que en el ambiente generado entre jóvenes activistas que actúan en grupo numeroso, apoyados por el anonimato que se facilita en la oscuridad de la noche, en una ciudad cuyo gobierno sienten que les da una cierta cobertura, hubieran actuado como verdaderos vándalos cerca de la media noche del martes 11 de enero contra quien los sorprendío cometiendo el delito electoral del que ahora son culpables, agrediéndolo físicamente hasta dejarlo por muerto.
El hecho reprobable cometido la noche del 11 de enero, por priístas que ahora tienen en el dirigente perredista Guillermo Sánchez Nava, a su primera víctima electoral de los tiempos de la alternancia, se puede analizar desde diversa óptica en sus múltiples consecuencias políticas.
Guillermo Sánchez Nava es un viejo militante perredista que ha sido dirigente estatal de su partido y diputado federal. Es parte del equipo responsable, para bien o para mal, de lo que ahora es el PRD y desde hace varios años representa a su partido en el Instituto Electoral Estatal. Tiene cuando menos 22 años de experiencia en lides electorales y aún en los tiempos de mayor violencia como fue la lucha poselectoral durante el ruizmasieuismo, nunca se mostró como hombre agresivo. De hecho su propia complexión física le es ajena a cualquier afan de protagonismo en base a la fuerza. Más bien es un hombre tranquilo. Quien lo conozca y lo trate sabrá que no puede caber en los hechos que lo tienen en situación de salud tan crítica, la idea de que él haya actuado violentamente contra el grupo de agresores del que ahora es su víctima.
Lo que no encuentra explicación racional desde el campo de la militancia y activismo de izquierda es que un hombre con la experiencia de Sánchez Nava, haya acudido solo y tan préstamente, en horas avanzadas de la noche, en las condiciones tan precarias de seguridad que hay para cualquier habitante de la capital, con la intención de documentar una agresión de la que era víctima su partido y su candidato, sin tomar las precauciones elementales que esos casos requieren.
Ahora bien, se entiende que de parte de los violentos que retiraban los carteles del candidato de la coalición Guerrero nos Une, ya de por sí en el papel de delincuentes electorales, al ver la llegada de un intruso que en el colmo de su intrepidez les reclama su proceder y todavía les toma fotografías para mayor evidencia, su reacción en contra no pudo ser de finos modales. “ no señor, no nos tome fotografías, discúlpenos, no sabíamos que era un delito quitar la propaganda, de hecho a nosotros nos mandaron y nos pagan por lo que hacemos, usted comprenda, están escasos los empleos y aceptamos el trabajo de noche para ayudarnos”.
A reserva y con el deseo que el Sam nos platique pronto y de viva voz lo que sucedió aquella noche, en la que para su mala suerte, como militante de izquierda sufrío la peor golpiza defendiendo la causa electoral de un candidato y de un partido bastante alejados de los principios de la izquierda en las que él se inició, a los ciudadanos nos corresponde repudiar esos hechos de violencia porque son una muestra visible de la proclividad que tienen los priístas por el uso de la fuerza, cobijados en la impunidad, que en nuestro estado los ha hecho célebres.
Claro que siendo el repudio a los hechos de violencia una actitud sin mayor consecuencia práctica, éste debe ir acompañado de una exigencia para que las autoridades investiguen lo sucedido, dando pronto con los responsables para deslindar responsabilidades, pues si no sucede así, todos tendremos derecho a pensar en que la agresión contra una figura relevante entre el perredismo para el proceso electoral, forma parte de una estrategia del partido oponente para ganar estas elecciones, con la simpatía o complicidad del gobierno local, con medidas que lejos de abonar a la paz y tranquilidad que los guerrerenses deseamos, muestran su proclividad a la violencia que parece haber adquirido cartas de naturalización en éste nuestro sufrido estado.
Pero como otros hechos de violencia que hemos vivido en el estado, igual o más relevantes que el actual, no han sido resueltos para conformidad de la sociedad, no estamos en condiciones de soponer que la investigación de los actuales será expedita, y menos que será eficiente. Por fortuna contamos ya con las declaraciones de un priísta que aún sin ser figura relevante, parece saber más del caso que lo declarado por el coordinador de la coalición Tiempos Mejores para Guerrero, Vicente Trujillo Sandoval, el coordinador de Comunicación Política, Héctor Apreza Patrón y del diputado Héctor Vicario. Se trata del ex diputado priísta y miembro del equipo de campaña de Manuel Añorve, Ernesto Vélez Memije.
Si bien tanto Vicente Trujillo Sandoval, en representación de la coalición encabezada por el PRI, exige una investigación y deslinde de responsables, dando por hecho que se carece de información completa que involucre a miembros de su partido, tanto Héctor Apreza Patrón, como su tocayo, Héctor Vicario Castrejón, se van al extremo de expresar su deseo personal de los hechos como si de ese modo se pudiera transformar la realidad.
En efecto, ambos personajes piensan con perversidad tal que se atreven a declarar que lo sucedido a Guillermo Sánchez Nava puede formar parte de una estrategia perredista de guerra sucia. Forzando su razonamiento Apreza Patrón alude una supuesta sonrisa que esboza el compañero de Sánchez Nava, Urbano Lucas Santamaría, cuando a éste lo suben, inconsciente, a la ambulancia que lo recogió. Para el priísta lo que él ve en la foto y en la expresión facial del responsable de los derechos humanos en la dirección estatal del PRD, sería una supuesta complicidad del perredismo para sacrificar a un prominente miembro de su estructura dirigente, en aras de aparecer como víctima frente a los electores, quienes así mudarían a su favor sus preferencias electorales. Todo eso en el afan de ganar las elecciones.
Frente a esa situación que también divide a los priístas es que aparece el ex diputado Ernesto Velez Memije, quien en declaraciones a la televisión en el programa Frente a la noticia que trasmite el canal 25 del sistema de cable, primero reconoció que los agresores de Guillermo Sánchez Nava eran brigadistas del PRI y que la agresión que sufrió habría sido provocada por el propio perredista, asegurando que el agredido efectivamente se presentó al lugar de los hechos donde la brigada de priístas retiraba la propaganda de Ángel Aguirre, y que fue el representante perredista ante el IEE quien los provocó, tratando de atropellarlos con su automoóvil, haciéndose acreedor por eso a la golpiza que lo ha puesto al borde de la muerte. Para dar credibilidad a sus declaraciones, Vélez Memije dijo también que en esa provocación el perredista provocó fractura a uno de los jóvenes agresores con el auto que manejaba.
Las declaraciones del ex diputado priísta resultan verdaderamente graves y reflejan el grado de confiabilidad al que nos debemos atener ante su eventual vuelta al poder, pues luego de sus declaraciones tan comprometedoras para los priístas, por cuya importancia forman parte del expediente acusatorio que ha formulado la coalición Guerrero nos Une, el ex diputado ha querido retractarse, argumentando esa misma noche del 13 de enero, que sus declaraciones matutinas las hizo presionado por su ex compañero, el aún diputado pero ahora perredista, Mario Moreno Arcos, ante el ofrecimiento de un cargo en el futuro gabinete de su ex compañero, Ángel Aguirre Rivero.
En una campaña electoral, tanto como en un juego deportivo, los de uno y otro bando, suelen apasionarse en su propósito de triunfo, al grado de que en el calor de la disputa pierden toda proporción de lo que se pone en juego, lo cual suele terminar en tragedia.
No hace falta decir que las más de las veces, los hechos trágicos que envuelven a las campañas electorales se han dado en tiempos pasados, cuando la equidad era un valor ajeno a las contiendas partidistas.
Cuando hay reglas claras en la competencia, cuyo cumplimiento se hace obligatorio para todos los contrincantes, se supone que eso abona a la ecuanimidad en la conducta de las personas, las cuales deberían esforzarse en buscar en otros elementos ajenos a la fuerza y la violencia la fuente de simpatía y apoyo que requieren para su triunfo. Por desgracia esa no parece ser la realidad de Guerrero.

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