La Jornada Guerrero 24/01/11
SABOTAJES Y CAMPAÑAS
El alcalde de Acapulco, José Luis Ávila Sánchez, denunció ayer una serie de presuntos ataques contra la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (Capama) ya que, aseguró, un “supuesto sindicato independiente” pretende tomar los pozos que surten del agua al municipio.
También acusó a un partido político –el PRD, faltaba más– de cometer acciones de sabotaje en tres frentes, con lo cual se explica que en los últimos 10 días se hayan presentado 12 fugas en la línea de conducción de la avenida Cuauhtémoc hacia La Garita.
La acusación del alcalde porteño tiene una gran relevancia por varias razones. Una, es que ocurre precisamente a una semana de la jornada electoral, y a punto de que los partidos y sus candidatos estén impedidos para hacer proselitismo, con lo que la polémica y el golpeteo hacia uno de ellos ocurriría en este marco.
Otra, es que se trata de una acusación seria, a la cual no debería prestarse el alcalde a menos que tenga pruebas contundentes de lo que está diciendo. En contrapartida, parece un asunto más electoral que jurídico, pues en todo caso lo que debería hacer, en lugar de denunciarlo ante los medios de comunicación, es presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República, ya que el sabotaje es un delito federal.
Pero también el alcalde debería cuidar sus dichos porque se ha vuelto una forma de gobierno eso de estar acusando a otros para justificar los yerros propios.
Primero fue el discurso de que en la administración pasada les dejaron todo mal y por eso no podían cumplir la promesa de campaña de dar agua a todos, todos los días en su casa, como si no tuvieran ya dos años gobernando.
Y ahora, si hay fallas evidentes en el suministro y brotan las fugas por doquier, es porque hubo un sabotaje, no porque se esté descuidando el servicio. Y para estar a tono en la coyuntura electoral, el saboteador es el Partido de la Revolución Democrática.
Lo malo de esta estrategia es que puede revertirse, y crear en la ciudadanía la idea de que sus autoridades actúan con ineficiencia o que simplemente no pueden, porque fueron electas precisamente para solucionar estos problemas, y dos años después, el panorama es peor.
SABOTAJES Y CAMPAÑAS
El alcalde de Acapulco, José Luis Ávila Sánchez, denunció ayer una serie de presuntos ataques contra la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (Capama) ya que, aseguró, un “supuesto sindicato independiente” pretende tomar los pozos que surten del agua al municipio.
También acusó a un partido político –el PRD, faltaba más– de cometer acciones de sabotaje en tres frentes, con lo cual se explica que en los últimos 10 días se hayan presentado 12 fugas en la línea de conducción de la avenida Cuauhtémoc hacia La Garita.
La acusación del alcalde porteño tiene una gran relevancia por varias razones. Una, es que ocurre precisamente a una semana de la jornada electoral, y a punto de que los partidos y sus candidatos estén impedidos para hacer proselitismo, con lo que la polémica y el golpeteo hacia uno de ellos ocurriría en este marco.
Otra, es que se trata de una acusación seria, a la cual no debería prestarse el alcalde a menos que tenga pruebas contundentes de lo que está diciendo. En contrapartida, parece un asunto más electoral que jurídico, pues en todo caso lo que debería hacer, en lugar de denunciarlo ante los medios de comunicación, es presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República, ya que el sabotaje es un delito federal.
Pero también el alcalde debería cuidar sus dichos porque se ha vuelto una forma de gobierno eso de estar acusando a otros para justificar los yerros propios.
Primero fue el discurso de que en la administración pasada les dejaron todo mal y por eso no podían cumplir la promesa de campaña de dar agua a todos, todos los días en su casa, como si no tuvieran ya dos años gobernando.
Y ahora, si hay fallas evidentes en el suministro y brotan las fugas por doquier, es porque hubo un sabotaje, no porque se esté descuidando el servicio. Y para estar a tono en la coyuntura electoral, el saboteador es el Partido de la Revolución Democrática.
Lo malo de esta estrategia es que puede revertirse, y crear en la ciudadanía la idea de que sus autoridades actúan con ineficiencia o que simplemente no pueden, porque fueron electas precisamente para solucionar estos problemas, y dos años después, el panorama es peor.
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